Es una exposición sobre tecnología y derechos humanos, que muestra una visión de la tecnología desde los más empobrecidos.
Descubrimos inventos vitales los más pobres: la botella de luz solar "litro de luz", el transportador de agua HippoRoller, la incubadora portátil Embrace, la nevera del desierto, la silla Mekong, la Universidad de los Descalzos de la India, el coche que funciona con agua creado por el filipino Daniel Dingel.
También conocemos inventos que cambian vidas como los de jóvenes de 16 años como Jack Andraka y su sensor para detectar cáncer; Kelvin Doe, el niño que creó generadores y una emisora de radio con chatarra electrónica en Sierra Leona; el joven William Kamkwamba que construye aerogeneradores para su comunidad en Malawi con materiales de la basura; la máquina para desactivar minas terrestres ideada por el joven afgano Massoud Hassani; la perseverancia de niños como Malala e Iqbal Masih, que luchan por un mundo más justo y solidario.
Aunque también hay aspectos negativos de la tecnología actual, que están contra la dignidad de las personas como la obsolescencia programada, los basureros electrónicos de África, los conflictos y guerras por minerales estratégicos como el Coltán del Congo o el litio de Afganistán.
En conclusión, la tecnología tiene que estar al servicio de los seres humanos y contribuir a mejorar su calidad de vida y facilitar el ejercicio y desarrollo de los derechos humanos. Especialmente, debe favorecer la igualdad de oportunidades, permitiendo que todas las personas, de países ricos y pobres, disfruten de una vida de calidad con dignidad y libertad.
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